martes, 21 de mayo de 2013

0505

A veces el día a día me da un aire de soplo fresco, y es como un flashback, un sonido de claxon que me llena por dentro. Y es entonces cuando se me olvida la rutina de los trasbordos de autobús, el sabor del café frío de las seis de la madrugada, y la noche de los martes en los que me hacías quedarme dormida con la almohada empapada.
Busco mi lugar a tientas, con los ojos miedosos y sin ganas de ver lo que hay detrás de todas las mentiras que con complejo de muros no me dejan avanzar. Y yo siempre fui de arrepentirme pero nunca deje pasar ninguna oportunidad, y por eso quizás esto es una especie de castigo.

Todos tenemos malos días, las famosas rachas y ese amigo que nos dice: "No te preocupes tía, que ya mismo es verano"
Como si un cambio de escenario y de estación pudiese camuflar este desahogo.
Como si el incremento de las temperaturas pudiese derretir los recuerdos, evaporar las lágrimas y sobrecalentar hasta explotar los pobres corazones. Que hablo en plural porque creo que no soy la única persona perdida en primavera. Contando los días para que acabe mi estación favorita, ojalá sólo hablásemos de meteorología, de trenes y huidas.
Esto se parece mucho a un mal vuelo, internacional. Once horas pensando en la primera escena de los Ángeles de Charlie. Que pena que nunca fui un ángel ni una delincuente buscada por la ley para volar suicidamente por las nubes. 

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