Que te quedes.
No hay mucho espacio, yo tengo mi vida pero puedo hacerte un hueco.
No sé porque pero creo que deberías quedarte aquí, a mi lado.
Lo de que si me necesitas llama, habla, grita o vente a mi portal ya
no vale. Y sé que en parte es mi culpa, por encariñarme tan rápido y dejar que
supieses lo de mis cosquillas y lo de mi rodilla izquierda.
Que esto no se arregla con cervezas y aliñando corazones a las 5 de la
madrugada. Como tampoco se arregla lamentándose los domingos, ni los días
impares.
Creo que cuando me conociste desde un principio sabias que me gustaba
enredarme, que me gustaba desaparecer huir y hacer acrobacias con el tiempo.
Lo de los número impares y eso de mis chistes malos mezclados con la
embriaguez de un sábado por la noche. Lo de dame un beso que no tengo una
escalera a mano. También para bajarte la luna y hacer que fliparas en colores
sin psicotrópicos.
Yo buscaba que me arreglases, y tú buscabas un vicio. Quizá no buscábamos
las mismas cosas. Pero como decía Cortázar "Andábamos sin buscarnos pero sabiendo
que andábamos para encontrarnos." Y nosotros nos encontramos quieras o no por casualidad, o por destino, que aunque me cuesta creer en esto último
no creo que fuese por casualidad que te colases en mi vida. Y ya no quiero que
te vayas. Que vengas, que yo te abrazo y te juro que si me dejas rompo esa
coraza y te preparas para el deshielo, que ya sé que es invierno pero quizá
esto sea lo más personal y lo más romántico que he escrito en mi vida pero...
que te quedes.