Y en tardes así necesito que me salves. Que solo tú entiendes el verdadero significado
de la palabra, y creo que con eso lo digo todo. Cualquiera que pudiese
atribuirse ese merito se merece el infinito.
Puedes protegerte, ignorarlo, incluso justificarte y pensar que nunca
hubiese funcionado, pero en el fondo sabes que sí, que podrías ser feliz, reventar
los límites de la felicidad, conmigo.
Romper los records, reinventarnos, empezar de cero, olvidarnos del ruido.
Y sé que los demás, los de siempre, intentan salvarme para que olvide que
solo tú lo consigues.
A veces cuando lo intentan, disimulan y me hablan de huidas a playas lejanas
con paquetes de pipas y cervezas, me llevan a bares y me pinto los labios de
rojo, me sacan a bailar y me enseñan una vida sin ti.
Hacen el amago de hacerme olvidar atardeceres y lágrimas saladas. Pero
entonces vuelves, ordenas mi desorden y vuelves a irte. Y yo vuelvo a ser un
desastre con los labios de rojo y un vestido corto.
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